domingo, 12 de enero de 2014

El pueblo que olvidé


Extracto de El Libro Perdido.

Capítulo 21: El pueblo que olvidé


            Había miles de cosas que se me cruzaban por la cabeza para mostrarle y contarle a mi amigo sobre mi pueblo, su (mi) historia, sobre lo que se veía y sobre todo respecto de lo que no estaba a la vista: Los pueblos son eso. No lo que se ve, las cosas, sino esa maraña infinita de historias, dichos, personajes y tradiciones que mantienen todo lo otro, lo secundario junto, como un engrudo. Las personas en el pueblo se transforman en personajes públicos. Casi no existe el anonimato. Todos saben qué es del otro. Qué hacen, que no. Y si no lo saben, suele pasar que se inventa fácilmente. Lo que pasa con el comentario de pueblo es que se genera cuando hay poco que decir de la realidad y suele ser exagerado a fin de ilustrar un domingo mateando en la calle para ver quién pasa, el sábado a la noche en el asado con amigos…
            Lo que pasa, en realidad, con los comentarios del pueblo es que suelen ser verdad.
            No me parecía justo hablarle a mi amigo sobre todo esto, primero porque en mi cabeza pasaban a la vez miles de cosas conectadas compleja e ilógicamente y no podía demandarle semejante esfuerzo de atención e interés. Además pensaba que no habíamos podido darle a Las Flores una vuelta semejante, asique decidí que este reconocimiento hablara por sí mismo.
           
            Mis padres cada vez se parecían más a mis abuelos ya difuntos. Cosa para nada extraña que me daba, por un lado un terrible y obvio temor, y por el otro lado extrema ternura. De mi abuelo, el papá de mi papá, no recuerdo mucho ya que falleció cuando yo era crío, pero las pequeñas imágenes sueltas que tengo en la cabeza (que deben ser hoy por hoy más fruto de la imaginación que de un recuerdo verosímil) son exactamente a como veo a mi padre hoy en día. Nunca fuimos muy cercanos, supongo que al ser el quinto hijo varón ya no había mucho de especial para compartir y yo, lo acepto, hasta hace poco tiempo atrás tampoco intenté compartir nuestros mundos. Me contó que mi abuelo, en su lecho de muerte en el hospital de Pringles, internado en terapia le pedía a mi papá –su hijo mayor- unos tragos de vino que este le traía a escondidas para cuando los médicos se iban por ahí o se descuidaban. Murió en su ley y además, murió de viejo. La puta muerte rodeó y coqueteó con mi papá hace unos años, pero éste, hueso duro de roer, la mandó a mudar, al menos hasta un futuro incierto. No era, al parecer la forma o el momento en que mi Viejo quería pasar para el otro barrio. Esa circunstancia me hizo pensar en las cosas en común y en esa pavada que resulta el pasar un tiempo juntos. Algo fácil que es muy difícil de notar en las buenas y que en las malas se vuelve oro puro.
De mi abuelo me quedó eso, el abuelo que me inventé. De mi viejo, una segunda oportunidad que aprovecho tímidamente cada vez que puedo (nada de mariconeadas, vió).

            Con mi madre por el contrario, siempre fui más cercano. No por preferencia, simplemente porque, en contra de la austeridad y el silencio de mi Viejo, ella sí supo sortear las barreras de mi personalidad y adentrarse –entrometida- en mis asuntos más íntimos por así decirlo. Ella sabe cosas de mí y poco a poco hemos podido entablar una relación especial y particular. Con códigos internos, chistes y temas de conversación absolutamente nuestros. Un gran punto en común es que a mí me gusta muchísimo leer y a mi Vieja –que también- le encanta pasarme libros; ella, en su vida no-jubilada, era bibliotecaria asique, en diferenciación con mis hermanos, tenía esa ventaja y ese punto de empatía que uso cada vez que puedo. Eso, sumado al chusmerío del pueblo, a las meriendas con amigas, y a las charlas con las mamás de mis amigos hacían que mi madre tuviera un panorama más amplio (aunque no creo que del todo justo) de mí.

            Allí estaba mi vida, en postales; en postales olvidadas. Como son todos los recuerdos. Me vi sentado a orillas del Pillahuinco leyendo El Hobbit en una tarde fría pero soleada. Me ví caminando de madrugada para darle una carta de efusivas declaraciones a un amor de la adolescencia. Me ví montando la bici con mi gran amigo de la infancia y vecino, Fernandito. Allí estaba yo, volviendo por primera vez de lo de una chica con una sonrisa que me desencajaba las fauces. Sentado en la plaza escuchando una banda que sonaba desde Casa de Cultura mientras lloraba, solo, la inevitable muerte de mi abuela. Yo, robándome un Martín Fierro de una colección ajena (Robar libros no es robar, es justicia).
            De repente había caído el manto del Pringles que se veía y se erigía ante mí el verdadero Pringles, mi construcción, mi vida, y ahí estaba yo otra vez, distinto pero siempre el mismo. Cambiante en el hecho de no cambiar jamás ante el ojo de quien te conoce de verdad. Como un niño indefenso (sin necesidad de defenderme). En el ojo de la tormenta pueblerina. Allí volvía el viento que raja los labios. La bicicleta. La Sierra de la Ventana allá a lo lejos. El olor a comida casera de la cocina de mi casa. Las baldosas, el club y el descampado.
           
De repente allí estaba el pueblo que olvidé.


jueves, 21 de noviembre de 2013

Sobre las vanguardias artísticas y sus tíos mayores


-Improvisación en 10 minutos: sin correcciones- 

En la primera mitad del Siglo XX tuvo lugar la génesis de los que posteriormente se llamaría como las Vanguardias Artísticas. Lugares como Francia, España, Italia o incluso Rusia fueron cunas de movimientos artísticos de inconmensurable envergadura que hasta en el día  hoy siguen llenando museos y salas de exposición.
            Lo que movilizó al surgimiento de las mismas fue escapar del “arte académico”, estimular al individuo a encontrar experiencias diferentes y nuevas, lejos del mecanicismo de la sociedad y de la burguesía. Buscaban la emancipación de una sociedad capitalista y manipuladora.
            Los principales movimientos dentro de estas denominadas “Vanguardias artísticas” son el Expresionismo, el Cubismo, el Surrealismo, el Dadaísmo y el Futurismo, por citar a los mas emblemáticos. Dentro de estos estilos podemos encontrar nombres fundamentales como Picasso, Dalí, Duchamp o Matisse, entre otros. Pero también estaban presentes en aquella época algunos artistas de más difícil catalogación como son por ejemplo Modigliani, Van Gogh o Klimt.
            Esta época artística acarreaba ya una larga tradición en el arte, desde el Renacimiento y su incorporación de la perspectiva, pasando por el Barroco y sus claro-oscuros, las pinceladas de la escuela de Venecia, la intensidad del Romanticismo y la imponencia del Neo Clasicismo, el Siglo XX encontraba una etapa artística notablemente madura, con una gran historia detrás.
            La nueva particularidad, era la intención de llevar al arte de vanguardia a reencontrarse con la vida, con su esencia. Que dejara de ser un arte “encerrado en sí mismo” y volviera a rozarse con la vida social y pública. El arte, como tal, debía ser parte de una acción política revolucionaria y es por esto que, movimientos como el Surrealista (de la mano de su principal activista: André Bretón) se alineó al Partido Comunista Francés.
            Llegados a los años 30, esta alianza entre la política y el arte militante comenzó a desmoronarse ya que fueron denunciadas públicamente las purgas de Stalin y de esta forma la unión entre el Surrealismo y el Comunismo colapsó. Un último intento desesperado por rescatar esta alianza fue la reunión de Bretón y Trotsky en favor de un nuevo manifiesto “por un arte revolucionario independiente”, que no se llevó a cabo por el asesinato de este último.
            Ese fue el fin del surrealismo como bandera de liberación del individuo por medio del arte pero también de la vida social. Se suponía que cambiar al arte y liberar los mecanismos de la expresión iban a liberar al individuo y así a la sociedad toda.
            Otras vanguardias tenían otras inquietudes similares aunque no iguales. Tal es el caso del movimiento Dadaísta que buscaba la protesta pero no necesariamente el cambio de las cosas. Esta vanguardia no suponía ser un camino a seguir o un sustituto, solo buscaba demostrar que existían otros modos de expresión lejos de los cánones académicos ligados a la protesta y al activismo artístico y social. Postulaba que las vanguardias, de perdurar, eran lentamente absorbidas por el establishment y de esa forma perdían la esencia que las calificaba como tales. Por ello, este movimiento fue disuelto antes de ser absorbido para no perder nunca ese elemento distintivo de la protesta y la queja social. Aunque el precio a pagar fuera el más caro: su disolución.

            Actualmente no existen mas estos movimientos artísticos como tales, pero así como en ellos se pueden distinguir las influencias de los grandes artistas anteriores: El pulso de El Greco, la escuela española con Velázquez y Goya en la cabeza, los renacentistas italianos Miguel Ángel, Leonardo, Rafael, la escuela de Venecia con Tiziano, Van Eyck en Holanda, o los románticos franceses Gericault o De la Croix, es en el día de hoy aunque de otra forma, reconocible la presencia de Dalí, Picasso, Jackson Pollock o Matisse, en el mundo del cine, la televisión o el arte publicitario. Si bien no están transpuestos del modo que ellos querrían seguramente su arte ha encontrado la forma de seguir vivo hasta estos días, en parte, sí, lejos de los museos, el ámbito académico y las exposiciones culturales únicamente como era su inicial intención.

jueves, 30 de mayo de 2013



Famous blue raincoat - Leonard Cohen

It's four in the morning, the end of december 
I'm writing you now just to see if you're better 
New york is cold, but I like where I'm living 
There's music on clinton street all through the evening. 

I hear that you're building your little house deep in the desert 
You're living for nothing now, I hope you're keeping some kind of record. 

Yes, and jane came by with a lock of your hair 
She said that you gave it to her 
That night that you planned to go clear 
Did you ever go clear? 

Ah, the last time we saw you you looked so much older 
Your famous blue raincoat was torn at the shoulder 
You'd been to the station to meet every train 
And you came home without lili marlene 

And you treated my woman to a flake of your life 
And when she came back she was nobody's wife. 

Well I see you there with the rose in your teeth 
One more thin gypsy thief 
Well I see jane's awake -- 

She sends her regards. 
And what can I tell you my brother, my killer 
What can I possibly say? 
I guess that I miss you, I guess I forgive you 
I'm glad you stood in my way. 

If you ever come by here, for jane or for me 
Your enemy is sleeping, and his woman is free. 

Yes, and thanks, for the trouble you took from her eyes 
I thought it was there for good so I never tried. 

And jane came by with a lock of your hair 
She said that you gave it to her 
That night that you planned to go clear 

-Sincerely, L. Cohen.

jueves, 25 de abril de 2013

Factores superpuestos



    
     Es una racha mala. En tiempos de soledad no buscada (la soledad que no se disfruta), de dolor, de decepciones.  De ver el sufrimiento y la tristeza de amigos y familiares. De asfixiarme al ver la televisión. De no reírme de los chistes. Del odio y la desconfianza a la política (a todas). De la oscuridad en la noche, del desconcierto del día. Del pozo (y de la certeza de que no tiene fondo). De las preguntas y las dudas que nadie puede contestar, ni uno mismo. De las mentiras, de correr los velos. De no poder dejar de pensar. Es el momento de caminar descalzo sobre un desierto de piedras. Es el desmoronamiento de las estructuras. Es la humedad venciendo las construcciones. Es el barco hundiéndose y la madera podrida para siempre. Es la época del desconcierto. Es la época imposible. Es la época de la desconexión y la incertidumbre. 
De la pérdida de la inocencia (el mundo personal que nadie debería poder tocarnos). Son épocas de distancias. Son épocas de hacerse cargo. Es el tiempo de pagar los platos rotos, reflexionar y decidir: avanzar, afirmarse, ¿retroceder?

     Bob Dylan dijo que cuando pensás que has perdido todo, te das cuenta de que siempre podés perder un poco mas, y tiene razón.

     Es el nacimiento del "NO".    
     Este no es un pensamiento optimista, lo se. Tampoco es pesimista, en todo caso, se pretende realista. Y esto tiene que valer de algo. Como mínimo, una vez en la vida, todos debemos (supongo) pasar por una de estas rachas malas que me he tentado en denominar "Factores superpuestos", por supuesto de los malos. Si cuando se superponen las buenas cosas uno no tiene tiempo de reflexionar sobre ellas pues es la hora de vivir y disfrutar. Las explicaciones se piden en los malos momentos, nadie pregunta de donde sale el oro.

     Se pudrió y nadie dijo que la vida iba a ser justa. No hay jueces y si hay un Dios, no pareciera tener intenciones de interceder.

     Contra el olvido, el dolor, la pérdida, el extrañamiento (en los dos sentidos de la palabra), la otredad, la maldita alienación, la automatización de la vida y sobre todo de las decepciones y la angustia (mis dolores favoritos pareciera ser) recuerdo, espontáneamente ciertas palabras de Woody Allen que siempre me sentaron bien.

     Hay miles de factores que no podemos controlar en la vida. Nunca se sabe que puede acontecer en el minuto que viene, el año siguiente, en el próximo noticiero. Esto puede resultar desconcertante pero me digo a mi mismo: Tranquilo, si no podes controlar muchísimos factores tampoco tiene sentido forzar los que sí para lograr algún propósito mas de la cuenta. La mayoría de las cosas de la vida (las buenas y las malas) suceden, nos suceden, por el mero hecho de estar ahí y en ese momento. No mucho más. Son muy pocas las cosas, en sumatoria, que uno decide hacer y hace completamente. Quien está vomitando esta reflexión apuesta por la decisión y las manos a la obra de las personas pero también cae rendido al importante papel que desempeña el azar y la suerte en la vida.

     Sí, es una mala racha, me sigo diciendo, pero todavía te queda Picasso. Esos poemas de William Blake sobre un mundo mejor. Todavía está en pié Alfredo Litcher y el Madryn que tanto te gusta. Tenés a Bob Dylan y las películas de Woody Allen. El Tilcara de Ricardo Vilca. Nelson Mandela, Pink Floyd. César Aira. Tenés a tus amigos y a tu familia. El olor a pasto recién cortado. Fotos guardadas en cajas, y cajas donde guardar esos recuerdos. Los bares irlandeses. Los viajes de Manu, a Favaloro y a Chaplin. Te queda Colonia. Siempre nos quedará París. 

     A los perdidos en el camino los tenes en el recuerdo: donde nadie jamás los va a poder tocar. Pues como dijo Borges, somos (también) lo que hemos perdido.

     Todavía tenes a El Greco y a Modigliani. Las postales. Las jugadas de Michael Jordan. Hay gente nueva haciendo nuevas cosas. Un beso pendiente. Leonard Cohen. El Vasco. Te queda una botella. Hay un tipo que pinta cajas y las regala por todo el mundo, yo tengo una que dice: "Frágil - contiene paz" , que abrí en el momento indicado de mi vida ya tiempo atrás, y de verdad la tiene. Si eso es posible, todo lo demás también. Todavía alguien nos llama por teléfono.

     Sumo y sigo.     

     Nos queda todo ese Jazz, Gershwin, la voz de Pavarotti y de Sinatra. Las lágrimas. Mapas de tesoros escondidos, el mar y los barcos. El blues. Los libros de Borges y de Galeano. Los discos de vinilo. La nueva gira de los Stones. Las aventuras de Sherlock Holmes. El cielo y los animales. Tratamientos para el puto cáncer. El aire puro. Salir a correr. Tomar de la mano a una hermosa chica. El recuerdo de su olor y su pelo.

     Tenemos poco tiempo (lo único que nos hace a todos iguales). Tenemos la arena de la historia filtrándose en nuestros dedos.
     Tenemos un diccionario enorme, y la frase "andate a la mierda".

     No vienen tiempos mejores. Pero esto sigue. Algo tiene que pasar. Algo va a pasar, para bien o para mal, te guste (me guste) o no. Porque es imposible decidir sobre todos los factores de la vida. Buscate un motivo, encontrá una excusa para aguantar: Seguir, irse o quedarse. Decidí. De eso uno si es dueño de decidir... Yo me voy...

...dijo un borracho y se fue sin pagar del bar.
----------------------------------------------
Nadie lo detuvo.




martes, 2 de abril de 2013

Madryn


                                                                                      
                                                                                A Madryn, por guapa 


El nombre raja el labio y fortalece al corazón.
El paisaje riega los cimientos de dentro.
Hay estatuas moribundas en el diapasón
mientras el viento canta el fresco.

La pareja se acomoda en el banco de piedra
mientras sus manos antagonizan al frío.
Sus miradas no se pueden agotar por nada.
Si duele el alma, es que hay recuerdos.

Madryn, la coda de la libertad.
Madryn, Noruega calida.
Madryn, fluye una clepsidra.
Madryn, puerto pedregoso.

El viaje prepara impaciencias a quien
ve en la flora y fauna desértica
un nido cálido para dejar el cadáver:
Alfredo Litcher, Guillermo Wagner.

El fuego azul de la viva destreza.
El zapatero, el herrero, el viejo borracho.
El revoque de la península:
El que se va del pueblo cree que no se pierde nada.

Madryn, un lanar de inconsistencia.
Madryn, pava hirviendo para el mate.
Madryn, grito ahogado que nadie escucha.
Madryn, y los albatros. 

lunes, 18 de marzo de 2013

Jackson Pollock en el Bar de Gómez


Luego de un increíble esfuerzo, el bar se convierte en una galería de arte y nos presenta ni mas ni menos que a uno de los pintores más importantes del arte moderno del siglo pasado.

Una vez cansado de parecerse a Picasso (A quien admiraba hasta el odio):



Jackson empezó a "pintar" con una nueva técnica que descubrió por accidente, con agujeros en las latas de pintura o tirando pintura con el pincel como mierda al río:




Entonces sí. Se salió de su pesadilla obsesiva llamada "Pablito Picasso" y se transformó en uno de los pintores mas importantes del llamado movimiento "Expresionismo abstracto", también conocido como La Escuela de Nueva York. Surgido como contra-propuesta al Pop-Art de Warhol, Lichtenstein y demás.

He aquí la galería colgada en las paredes del bar:





Hay una peli, Pollock, muy recomendable sobre la vida del artista (un poco exagerada pero esta bien).
Y existe el cuento (real) de que una señora se compro un Pollock original a un dólar y luego todos se dieron cuenta y automáticamente se hizo millonaria.

Este borrachín es uno de los favoritos de la casa. Esperamos lo disfruten.



lunes, 18 de febrero de 2013

"Toma este vals" o "Mónaco puto"


Fue apenas hoy cuando logré empatar las cosas con Ella. Y digo apenas porque no hace mucho nos prometíamos el cielo; o yo se lo prometía. No es que ella no, es que yo siempre fuí de los que sueñan despiertos en vivo y no dejan esperar hasta la mañana siguiente para contarlo: incluyendo las pesadillas, los malos sueños, y los errores que dicta el inconsciente a veces, puta, tan claramente. Prometimos el cielo entonces, pero nunca ninguno lo vió.

Con Ella siempre nos entendimos en los bares. Por eso, cansados de discutir sobre los teléfonos decidimos salir a caminar (hasta el bar). Al llegar y pedir una cerveza, el asunto estaba solucionado: El pasado resuelto, el incierto futuro: prometedor. Ella era (mierda, es) hermosa y lo único que relincha a quien suscribe es que nunca creyera del todo mis palabras ni mucho menos. (y no se queja, sino que teme que tenga razón).

Aquella noche luego de tres cervezas -demasiadas- decidimos dar por concluida la velada con la promesa de superar lo pasado y perder o ganar en el prometedor futuro, pese a las diferencias y los desentendimientos que nos habían traído hasta aquí otrora.

Ella, demasiado mujer. Yo, demasiado cobarde.

Al salir del bar, pasamos por un conocido restaurante clásico porteño (como el bar al que habíamos asistido bordeando el zoológico de Palermo) entre charlas y risas. Al pasar la última mesa le comenté a mi compañera:

- ¿Eu, lo viste?
-¿Eh, a quién?
-A Pico Mónaco, estaba sentado en la cabecera de la mesa de afuera, te relojeó de arriba a abajo y dijo...
-¿Qué Pico Mónaco?.. Me muero... -dijo, dándose vuelta, olvidando a su pareja y pensando en las probabilidades matemáticas supongo.
- Si si, Ese mismo...

Y caminamos unos varios metros mientras ella se daba vuelta y encontraba (claro, porque es preciosa ya lo dije) la mirada de Mónaco posada en su espalda cada vez que lo hacía. Yo, lejos de estar disgustado (claro que lo estaba) la alentaba a que volviera a encontrar su amor. Ella, mujer de largos años, dama de su propia historia, flor de su madurez (pendeja histérica); era una niña a los ojos de la estrella del deporte elitista argentino -nada que le pudiera dar celos a su pareja... el escritor que suscribe-.

Intentando dar un paño tibio al momento, la morena comenzó a recitar una frase a capella de Joaquín Sabina Y la vida siguió como..." interrumpida por un tropezón que quedó como todo lo que les queda a las mujeres hermosas: Hermoso. Cosa que nunca supo.

Luego de unas dos o tres cuadras -y si, algunos cruces indeseables-, cansado de la inoportuna competencia con alguien acostumbrado a competir (contra alguien que no esta acostumbrado a perder) la detuve sobre la avenida Las Heras, frente al parque homónimo, tome sus manos, las viré hacia su espalda y la besé profundamente (con los ojos cerrados, se lo juro).

-Acá termina el cuento- le susurré entre el ante último y el último beso antes de soltar sus manos y retomar el camino a casa, lejos de Pico Mónaco.

Le comenté la vez que le gané a mi amigo (lo siento) Joaquín Sabina a Jimena en Terrenal y no me creyó. Quizás tenía razón pero no era ese el punto. El punto era que Pico Mónaco había posado sus ojos sobre la belleza que me acompañaba a mí.

Y el asunto no era que ella estuviera conmigo y no con el, porque claramente esa era una diferencia meramente ligada a la física: yo estuve cerca y él no en el debido momento.

El hecho me hizo ver -no algo que no supiera, pero si que no consideraba tal- a la mina (y lo digo con la definición que el lunfardo proclama) que tenía al lado.

-Puta -exclamé-, una compañera. Una mina preciosa. Una hermosa mina. Una mujer.

La mina que estaba conmigo era lo mejor que me podía pasar. La miré caminar, la miré mirarme, nos tomamos de las manos. Cosas cotidianas que nos hacen tan bien.
Algunas dudas se desvanecieron. Otras florecieron si, pero con la esperanza de marchitar rápido y dejar dulces aromas con su partir.

Confieso dejar en la piel de esa mujer ciertas dudas; que no puedo manejar. Me juro, en vez, dar lo mejor de mí para hacerla florecer como sus ojos prometen ante el oportuno y competente amante. Ella debe conocer lo mejor de mí, pues, al faltar las vestimentas debe florecer, acaso, el placer de no habernos equivocado. Y de ser uno, el placer del otro.

La dejé en su casa y me retiré como quién pierde en el décimo round contra Rocky Balboa -"Suerte con Mónaco" le escribí en un último mensaje un poco pelotudo, un poco celoso y un poco no se que (que es lo único que importa). - "Me hubiera gustado que te quedes a dormir" me contestó en un mensaje que leí, pero que hasta pude escuchar con su voz suave y hasta ver en sus ojos, mirándome.

Al leerlo, serví una copa, sentí una noche perdida, le pedí disculpas de manera retórica: poniendo fuerte Leonard Cohen:

http://www.youtube.com/watch?v=_e39UmEnqY8

y juré (no a ella, a mi) ser mejor para la próxima y prometida (otra vez mi pecado de prometer) vez. Ser quien ella necesita y no la sombra del rostro que aparenta pero que ni parece a la esencia. Ser Yo y no todo lo demás que tengo encima. Ser el cuerpo y el alma a la vez. No por mí, por ella, y entonces por mí. La tésis de Hegel, entonces.

Ser todo y absolutamente para ella. No completo (no nos engañemos si no lo estoy, ¿acaso alguien lo está?) pero si, ofrendar -que no es ofertar- todo lo que tengo a la persona que me mira con esos ojos y mira tan profundo que hace confundir palabras con pensamientos. Ella, que respeta tropiezos y contempla demoras, quien merece todo el oro del mundo.

Toma este vals,
rima esta ofrenda
sonrie este saludo
confía sobre esta verdad.

Viste estos vestidos,
desnuda estos cuerpos.
Renuncia a las cadenas,
saltemos al abismo (juntos).

Maduremos los inmaduros
inmaduremos los maduros.
Ensuciemos los perfumes:
toma este vals.


Pd: Mónaco puto.